miércoles, 27 de enero de 2010

I due fiumi


El camino salvaje que cada uno hemos escogido y el camino de rosas con el que todos soñamos. Las cosas por las que luchamos y las cosas con las que nos encontramos. Los mundos paralelos entre lo que es, y lo que no es.


Como los dos ríos.


Los pasos que van con destino en una búsqueda concreta, van tan lejos. Las palabras con intenciones ocultas que no se dicen, se insinúan. Pero todos podemos entenderlas. Y el motivo por el que lo intentamos.


Así pues, al final, como los dos ríos.


Como las dos miradas que se cruzan, las dos manos que se dan, los dos bandos que se enfrentan, las dos partes que discuten, las dos ideas que se oponen, los dos labios que son un beso, las dos notas que se acompañan, los dos caminos que van al mismo sitio, las dos vidas...


Así pues, como los dos ríos: El Mismo Final.



lunes, 25 de enero de 2010

El Despertador.

Ante todos ustedes, y por primera vez en ámbito público, la tan aclamada canción de El Despertador. ¿Cuántos de vosotros habéis sentido puro dolor alguna de esas mañanas en las que suena el rin rin que os obliga sin compasión a levantaros de la cama y salir al mundo exterior? Pum, pum, crashhh!! Os pongo la letra porque no se me entiende ni jota:

Es de noche aun, las sábanas me protegen,

pero hay algo ahí, una cosita que hace rin-rin-rin,

rin-rin-rin-rin-rin-rin-rin-rin-rin-rin,

Saca la pistola de debajo de la almohada, y cárgala,

dispara al minutero, no puedes fallar, dispara al minutero,

pum-pum-pum-pum-pum-crash!

pum-pum-pum, manecillas,

pum-pum-pum-pum-pum-crach!

pum-pum-pum, ruedecillas.

Todo por el aire va, fuegos artificiales,

todo por el aire va, es maravilloso poder dormir, XD.

sábado, 23 de enero de 2010

Homúnculo.

El término parece haber sido usado por primera vez por el alquimista Paracelso, quien una vez afirmó haber creado un falso ser humano al que se refería como el homúnculo. La criatura no habría medido más de 30 centímetros de alto, y hacía las funciones normalmente asociadas con los golems. Sin embargo, tras algún tiempo, el homúnculo se volvería contra su creador y huiría. La receta para crearlo consistía en una bolsa de huesos, esperma, fragmentos de piel y pelo de cualquier animal del que se quisiera que fuese un híbrido. Todo esto había de enterrarse rodeado de estiércol de caballo durante cuarenta días, tiempo en el cual el embrión estaría formado. [...]

Un variante de este método para crear un homúnculo citado por otros alquimistas implicaba usar mandrágora. Las creencias populares sostenían que esta planta crecía donde el semen a veces eyaculado por los ahorcados durante las últimas convulsiones antes de la muerte caía al suelo, y sus raíces tiene una forma vagamente parecida hasta cierto punto a un ser humano. La raíz había de ser recogida antes del amanecer de una mañana de viernes por un perro negro, siendo entonces lavada y «alimentada» con leche y miel y, en algunas recetas, sangre, con lo cual se terminaría de desarrollarse en un humano en miniatura que guardaría y protegería a su dueño.

Aún un tercer método, citado por el Doctor David Christianus en la Universidad de Giessen durante el siglo XVIII, era tomar un huevo puesto por una gallina negra, practicar un pequeño agujero en la cáscara, reemplazar una porción de clara del tamaño de una alubia por esperma humano, sellar la abertura con pergamino virgen y enterrar el huevo en estiércol el primer día del ciclo lunar de marzo. Tras treinta días surgiría del huevo un humanoide en miniatura que ayudaría y protegería a su creador a cambio de una dieta regular de semillas de lavanda y lombrices.


Wikipedia.com






martes, 19 de enero de 2010

La Locura de Lana.

Una progresión de notas disonates puestas de forma desordenada e ilógica. Una melodía sin razón de ser, un sin sentido oculto en lo más profundo de todo, donde no se llega por la vía del espíritu. Un niño creado entre lobos, una idea creada en un mundo sin compasión, donde el dolor que importa es el que sale del ombligo. Un niño que jamás se vio reflejado en el espejo de nadie. Un homúnculo. Un destino guiado por la ceguera del sufrimiento. Una forma de ser autodestructiva, y destructiva, que aparece en las ciudades de la sensación para acabar con sus cimientos y hacerla caer, caer a lo más hondo de una incertidumbre, de un pozo con un fondo muy incierto, de un abismo oscuro y nublado.

Romper tus propios pensamientos es como romper tu propia piel, y dejarse llevar por el mareo del desangrarse. Hacer lo que no se quiere hacer por no saber cómo hacer nada. Hacer daño a quien más se quiere. Cosas que no se entienden. Es para volverse loco.

jueves, 14 de enero de 2010

La pesadilla de Baltasar.

"Tenemos que matarle hoy".


Baltasar era arquitecto y había ido esa mañana a la catedral para hacer un estudio, y había escuchado esa frase de una mujer que se encontraba en la puerta trasera, junto con tres de sus amigas. Al acercarse él a ellas y entrar por la puerta, ellas callaron de pronto, y le miraron serias. Baltasar hizo como que no había escuchado nada, simplemente saludó, y entró.


Ellas eran amigas de una antigua novia suya, que hacía tiempo que no veía ni sabía nada. Pero recuerda muy bien que su ruptura no fue fácil para ella. Él siempre se ha sentido en parte culpable de aquel dolor.


Mientras tomaba notas de un muro deteriorado dentro de la catedral, una especie de eco llegó a sus oídos. Una frase que tal vez escuchó con demasiada claridad:


"Tenemos que matar al arquitecto".


Sintió un miedo repentino inesperado. Sí, tal vez, ellas querían vengarse. Tal vez ellas querían vengar las lágrimas que su amiga una vez dejó caer por él.


Al mediodía, Baltasar volvió a casa. Ellas ya no estaban allí.


Ese día, abrió la puerta de su piso un poco más lento de lo normal, y miró dentro antes de abrir del todo. Cerró la puerta y se mantuvo quieto cinco segundos para escuchar el silencio que invadía su hogar. Se aseguró de que el silencio fuera el mismo de siempre.


Mientras hacía la comida y mientras la comía, apenas podía escuchar la televisión, pues su mente se empeñaba en percibir cualquier cosa que se escuchara por encima de los altavoces. Subió el volumen, pero su mente siguió buscando en el silencio del pasillo.


Su mente le seguía repitiendo que "Tenemos que matar al arquitecto".


Pronto su paranoia se convirtió en verdadero miedo, así que decidió que no iría a esa catedral hoy. Pero tal vez alguien podía llamar para preguntar por qué no había ido. Así que apagó el móvil, y desconectó el teléfono. Alguien podía mirar a su ventana y ver que estaba abierta, así que la cerró. Se metió en su habitación, él no estaba hoy para el mundo. Se hizo oscuro pronto, pero él apagó las luces -alguien podría verlas desde fuera, aun con las ventanas cerradas. ¿Y si de verdad ellas querían matarle? Entonces vendrían a por él. Sí, vendrían. Así que cogió la mesa del comedor y la estampó contra la puerta de entrada. Ahora no se podía abrir.


Baltasar estaba en su cama, tapado con las mantas hasta la cabeza, pasando calor, cuando alguien llamó a la puerta.


Llamaba con energía. Y pronto se alzó una voz:

"Sabemos que estás ahí Baltasar, sal con nosotras".


Se tapó aun más y se mantuvo en silencio. Haría como que no está, y punto, así pronto se irían.

Traquearon más fuerte.


"No te escondas, sólo venimos a por ti".


Seguían traqueando.

Pero pocos minutos después, dejaron de hacerlo. Así que la casa se envolvió en silencio de nuevo. Había silencio en la casa, y pesar en el corazón de Baltasar.


Luego escuchó algo. Al principio no estaba seguro, pero cada vez lo estaba más. Había alguien en el pasillo que se acercaba a su habitación. Había pasos. Había presión en su garganta, y deseaba que sólo fuera su imaginación. Pero su deseo se desvaneció cuando el pomo de la puerta de su habitación giró, y se abrió. Aparecieron cuatro sombras en la oscuridad. Él grito y encendió la luz, y allí estaban las cuatro mujeres que había visto esa mañana en la catedral. Siguió gritando y maldiciendo.


"¿Qué coño estáis haciendo aquí?"


Ellas no hablaban, sólo se acercaban a él, le cogían cada una de cada extremidad y él no podía hacer nada. Gritó con fuerza pidiendo ayuda, pero nadie parecía escucharle. Siguió gritando cuando le sacaron de casa (la mesa del comedor que había puesto en la puerta estaba misteriosamente en su sitio de siempre), y siguió gritando en la calle cuando le metieron en un coche, y nadie parecía escucharle. Le llevaron a la catedral de nuevo.


"Baltasar, no has hecho bien en no venir hoy, tienes que acabar tu trabajo".


Baltasar decía cosas, pero nada de eso importaba a las mujeres.

Le plantaron detrás del altar. Allí había una gruesa puerta de madera que no estaba por la mañana. Le empujaron contra ella.


"Ábrela, pero ten cuidado, porque algo podría dañarse".


Aunque al principio se resistió a hacerlo, al final acabó abriéndola. Allí había una escalera que bajaba en espiral, a unas catacumbas quizás, no podía saberlo. Ellas le empujaron dentro, y le avisaron de algo.


"Cuando cerremos, ninguna voz podrá superar esta puerta, y ninguna fuerza podrá romperla. Baja hasta abajo, y busca allí tu destino".


"No", dijo él. Pero era demasiado tarde. Habían cerrado la puerta y él estaba encerrado. Pasaron largos minutos de, gritos, y de, oscuridad, y de, miedo,... hasta que la escalera empezó a aclararse poco a poco. Había una luz allí abajo.


Bajó las escaleras. Aquello era más profundo de lo que se esperaba.


Pisó el primer peldaño de abajo. Apareció ante él una enorme sala, que casi emulaba la cámara principal de la parte de arriba de la catedral. Sólo que allí no había bancos, y la luz no venía del sol atravesando las ventanas, si no de antorchas que palpitaban a lo largo de todos los muros.


Entró en la sala.


Sus pasos retumbaban y producían ecos infinitos. Miró al fondo. Había alguien allí, a lo lejos. Dijo Baltasar:


"¿Quién hay ahí?"


Entonces se escuchó algo indefinido. No eran exactamente pasos, era un traquear de maderas. Maderas podridas. Y aquel ser se movía. Se acercaba a Baltasar balanceándose como si estuviera ebrio.


Miró a su rostro, y palideció.


Era el rostro de lo que fue su novia. La amiga de las personas que lo metieron en este agujero. Pero su rostro no estaba entero. Su ojo izquierdo pandeaba fuera de su órbita sujeto por unas finas terminaciones nerviosas. La parte inferior de la mandíbula parecía estar colgada de los colgajos de la piel de la cara. Un cuchillo estaba clavado en su esternón. Uno de sus pechos había sido amputado como si lo hubieran cogido, apretado, y estirado sin compasión. No había signos de que estuviera vestida. Ni viva.


Ella se acercaba a él. Él estaba paralizado por el miedo. Maderas podridas.


Su mano derecha era un muñón, donde tenía clavada una larga estaca de madera que golpeaba en el suelo y producía ese ruido de madera podrida. Andaba con las piernas abiertas. Su entrepierna estaba destrozada, sangrante, casi inexistente, un círculo de dolor.

Verticalmente tenía clavada, en lo que fuera antes su sexo, una enorme estaca, que llegaba al suelo y atravesaba su cuerpo por la espalda, elevándose al aire, roja, grotesca. Todo indicaba que su locura le llevó a un onanismo mortal cuyo dolor impidió a su alma emigrar de este cuerpo surgido de infierno terrenal.


Intentaba comunicarse, hablaba con sílabas largas, rasgadas, como si sus cuerdas vocales fueran lijas. Ronquidos agudos y burbujeantes en sangre. Y entre inconfundibles sonidos como rugidos y balbuceos, Baltasar pudo entender una palabra:


"A.... MA.... ME...."






miércoles, 6 de enero de 2010

La fabulosa historia de Lana.

Lana era una chica que nació preciosa, como todos los bebés del mundo. Llegó sana a la adolescencia, pero con un defecto muy cruel para ella. Era fea. En realidad no me importa si era demasiado delgada o demasiado gorda, la cuestión es que la pobre, pues eso, era fea. Muy pronto empezó a verse discriminada por sus compañeros y aprendió en seguida qué era la soledad. Se asustó de una sociedad repugnante, así que se encerró en el cubículo de su habitación a desarrollar cada una de sus aficiones y a cumplir con su función, que era simplemente estudiar. Sacó las mejores notas, y pronto fue la mejor jugando al ajedrez y otras cosas similares que no se ejecutaban necesariamente en compañía de otros. Lana siguió creciendo, y cuando alcanzó su madurez física, su cuerpo dio un giro repentino. Ahora su físico era más que deseable, y aunque tardó algún tiempo en darse cuenta, cuando lo hizo, pronto empezó a usar su nueva arma. Hizo sobre todo amigos que querían algo más de ella. Supo que era el centro de atención, y supo, que podría controlar a casi todos ellos. Se volvió celosa mientras tenía una relación. Se volvió más controladora, y deseó tener el poder de las acciones de las personas que estaban a su alrededor. Algo en su fuero interno había resurgido, algo parecido a la venganza. "Puedo hacer lo que quiera". Y así lo hizo. Se olvidó de que las personas tienen sentimientos, y se olvidó de que ella una vez también los tuvo. Dejó de amar, y empezó a usar. Empezó a cazar. Nadie se daba cuenta de nada porque Lana ahora era guapa, simpática e inteligente. Dejó de sentir por los demás, porque ellos nunca habían sentido por ella. Había caído en el error que cometemos al odiar. Había caído en el error de tener miedo a quedarse sola de nuevo, así que ataba a los demás. Decía "te quiero" a los que le decían "te quiero" para tenerles ahí cogidos de los cataplines. Incluso le decía "te quiero" a más de dos. Incluso se dejó amar tranquilamente de quien ella no amaba, sólo porque era divertido, sólo porque quería una colección a la que acudir en caso de que alguien le rechazara.

Lana sabía que si los demás supieran cómo era ella de verdad, la abandonarían. Lana cometía errores continuamente porque tenía miedo. Lana tenía un problema que no sabía solucionar.

Calcetineeees!!!! XD


wEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!

lunes, 4 de enero de 2010

Trakatá!

Una torre de cartas en medio de una ventisca es flissssflus y flaraflás floooo flisflis faraflero.

Un jarrón de cristal sobre nada es catarracastratroska y capón el que te llevas.

Pepe bebe ron en una escalera es flas borrompón borromponpero crasch barromtrás borromkopón.

Sheldom llama a la puerta es toctoc peni, toctoc peni, toctoc peni, toctoc peni, peni abre puerta blas guantazo splash.

Me pincho con el compás es ay duele, ay duele, ay duele flis sangre toc sangre suelo flash resbalo y trococotocotacotrás.

Yo con la batería es pum chas pum pam pum chas pum vuela baqueta flouw baqueta suelo trocotó estiro mano (silencio) me caigo de la silla catapún batería suelo katraskakotrás chin pún.

Trakatá, trakatá, trakatá!
Ups!