martes, 25 de diciembre de 2012

La familia y los emigrantes

Tocaba la guitarra para que la hija de mi prima cantara villancicos. La primera niña de la nueva generación. El familiar con la edad más parecida a ella es mi hermana, con una diferencia de 19 años. Quiero decir con esto, que es la "niña" de la familia, y por tanto, la niña de muchos ojos, una hermosa joya (no sabía cómo decirlo para que no sonara cursi, pero es que es así, la niña más querida del mundo). Pues eso, estaba yo tocando la guitarra para ella, villancicos, cuando mi primo político me dice "tócate un solo de esos heavies". En eso que me dispongo a tocarle el famoso riff de "smells like teen spirit" de Nirvana, con la distorsión del amplificador al máximo y más allá. Yo casi esperaba que no le gustara, pensé "pues hago la gracia y sigo con los villancicos", y cuando me la veo, sin más, meneando la cabeza al más puro estilo heavy metal, casi se me cae la baba, el alma, y todas las cutrezas derivadas posibles. 

Ninguno de nosotros le dijo cómo se bailaba eso, simplemente lo hizo porque sí. Vale, que es imposible que una niña se ponga a bailar heavy metal sin que nadie le haya explicado algo, que seguramente lo haya aprendido en el colegio, pero oye, fue un shock. 

Y después de ese encontronazo sentimental, me quedé meditabundo un rato. Pensaba en la felicidad y la familia. Siempre he pensado que la familia era importante. Te dan de comer, te pagan los estudios si hace falta, te dan los regalos de navidad. Fíjate si es importante. Pero a parte de esas necesidades satisfechas por tus padres, no solía pensar en "la familia" como algo más. Simplemente era una parte de tu vida, que luego puedes más o menos dejar un poco de lado para dedicarte a tus cosas, tu otra familia, tu trabajo, etc. La familia eran esas personas a las que tienes que ver a la fuerza en la cena de nochebuena. 

Con ese pensamiento, y con el marco de la crisis española, parece que no sea ninguna locura decidir tomar una avión para ir a otro país donde puedas encontrar tu trabajo, tu otra vida. Alejarse de la familia para buscar trabajo casi queda "guay", casi parece que te hace listo, o emprendedor, o europeo. Ya he vivido una conversación muy parecida a esta: "He encontrado trabajo en Finlandia, me voy el mes que viene. Me pagarán de puta madre", "¿Si? Joder, qué envidia, me gustaría hacer lo mismo". Pues a mi no me daba envidia. A mi no me gustaría irme de mi país para buscar trabajo. A lo mejor es que yo me llevo especialmente bien con mi familia. A lo mejor es que para mi una cena de nochebuena no es algo obligatorio, si no algo que hago con mucho gusto. 

El pensamiento habitual de las personas, es que para realizarse a uno mismo, a veces hay que hacer sacrificios. Si para ser autosuficiente, o simplemente para sentirse bien, para no sentirse un estorbo, tienes que alejarte de las personas que menos te van a pedir a cambio de un favor, entonces para mi eso es un sacrificio muy grande, seguramente demasiado. Conseguir trabajo fuera no es algo bueno, es algo que se hace porque realmente se está desesperado, porque no tienes otra opción. Conseguir trabajo fuera no es de listos ni de valientes, porque conseguir trabajo fuera da mucha pena y mucha lástima. Otra cosa sería que no haya personas importantes en tu país que vayas a dejar atrás. Pero no es mi caso. 

Sólo quiero decir, en ámbitos generales, que no olvidemos qué cosas nos hacen realmente felices. Porque si las olvidamos, las dejaremos abandonadas buscando otras cosas que, en realidad, no son tan importantes.