martes, 30 de noviembre de 2010

F_R

Qué bonito es seguir soñando, uno nunca encuentra el momento oportuno para dejar de soñar. A veces, el autor comienza a relatarnos pensamientos más reales que fantásticos. Son esos momentos en los que el protagonista ve reducida su moral y duda de si conseguirá o no concluir su propósito - Y yo sigo luchando, pero todo sigue igual que siempre-. Un recurso literario que hace atar momentáneamente la ficción con la realidad. Al mismo tiempo, el lector también duda - Cómo que no lo conseguirá? Eso es imposible-. Por un momento el autor es realista, y esa realidad-ficción hace al relato imposible. Imposible dejar de leer. Piensas brevemente que no quieres que el protagonista salga victorioso, porque hace al relato real. Pero no deja de ser un cuento y una fantasía. Así, aunque no te explicas cómo ocurrió, siempre sale adelante. Y es que en las fantasías sale siempre tan bien...
Pero a veces soñar trae consigo un peligro que no suele ser previsible -Lo es, siempre-. Al ser una irrealidad, uno no se plantea que el peligro se convierta en real -Esa gárgola maléfica no puede salir de las páginas del libro, eso es absolutamente imposible-. Hasta que un día te ves teniendo que plantar cara a tus sueños, y luchando tú mismo contra tus demonios, para defender la realidad.
Pero qué bonito es soñar libre y sin miedo.
Quisiera, yo, como todo el mundo, pero yo, siempre yo,
pidiendo como un niño consentido, ego-yo, yo, y mi ego desfavorecido.

viernes, 19 de noviembre de 2010

detrás

Si hubiera abierto los ojos... habría visto...

 ...notaba como esa chica se iba acercando hacia mí. No podría decir que supiera que se acercaba porque diera un paso detrás del otro acortando distancias, como se suele hacer. No podría decir eso pues así no ocurría, pero ese suceso ocurría, con explicación o sin ella. Y esa chica era hermosa, pero no porque tuviera un cuerpo bonito, pues no pude percibir cómo era su cuerpo. Era hermosa porque yo tenía una intuición de que lo era. Pero pude ver sus ojos, de cierta manera en que, sí, podría asegurar que eran hermosos. 

...si los hubiera abierto... pero no lo hice...

...de ellos sí me acuerdo. Me acuerdo como si los hubiera visto. Perfilados con pestañas oscuras que hacían que los colores -colores- de su iris subieran muchos puntos el contraste. Cuando fui a rozarle la mejilla había tanta bondad y hermosura en esos ojos como la hay en el mundo entero. Corría por un bosque muy oscuro, y aquellos ojos eran un recuerdo. Los árboles subían esqueléticos, desprendidas sus hojas que ahora alfombraban el suelo. Hacía mucho rato que corría delante de alguien. No sabía quién era ni qué aspecto tenía, pero sí sabía, lo sabía muy bien, que quería hacerme daño. Pero yo no sabía por qué, ni sabía qué tipo de daño pretendía hacerme.

...permanecieron cerrados... el tiempo que ellos desearon...

...mis piernas se movían de una forma muy extraña, como si estuvieran sumergidas bajo el agua. Tenía la sensación de haber estado mucho rato pensando que en cualquier momento me cogería. Estaba recostado en  el claro del bosque de pinos. Las estrellas brillaban, tanto, como lunas. No hacían sombras, pero quedaban registradas en mi retina como joyas que eran. Una galaxia cruzaba el cenit, construyendo en aquella visión un acorde mayor hace tiempo esperado, un reposo infinito, la sensación de "ya está", de que todo terminaba, la vuelta a casa.

...Si los hubiera abierto, habría visto centellear en el aire sin que nada las sujetara unas luces misteriosas y caprichosas. Una ventana abierta permitía la entrada de un único rayo de luz. Era la luz de la tarde que atravesaba la habitación casi horizontalmente, y se proyectaba en el suelo. Si hubiera abierto los ojos, y levantado la vista, habría visto cientos de motas de polvo suspendidas en el aire, que, alumbradas por un rayo de sol, aparentaban centellas. Aquello era bonito. Pero mis ojos sabían muy bien lo que hacían. Aquello era bonito, sí, pero lo que había detrás de esos párpados era hermoso.


martes, 9 de noviembre de 2010

le moulin

lunes, 8 de noviembre de 2010

Esa cosa de la garganta cuando se es feliz de nuevo




Esta es la versión corta de una canción: Esa cosa de la garganta cuando se es feliz de nuevo. La versión completa no consigo tocarla bien entera, aun.
En el título pone algo de felicidad, sin embargo la canción es más melancólica que otra cosa. Así es. Es la melancolía de todas las cosas malas que se han debido de superar para conseguir un estado de felicidad. Yo lo noto en la garganta, y sólo me dura unos tres segundos. Debe ser algún recuerdo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Las personas Hermosas

Aquellas personas cuya hermosura no se limita al ser, si no al hermosar. Hermosas de rostro y cuerpo y además hermosas de espíritu. No sólo sois hermosas porque lo sois si no porque continuáis siéndolo, si no siempre de la misma forma, de otro modo, pero hermosas. Se escucha vuestra melodía y se ve vuestra aura de hermosura, personas hermosas, como lo hermoso de una rosa entre un apagado rosal. Sois esa manzana roja que sujeta entre sus manos huesudas y desnutridas el niño que sabe que va a morir de hambre. Sois el beso de un ser amado que se cree eterno. Sois al fin y al cabo, las razones hermosas de la hermosa esperanza.

Afligidos por lo que pensáis que ha sido vuestro destino, y tristes por las casualidades de las circunstancias y lo amargo de las consecuencias de vuestras desafortunadas decisiones. No sois más que hermosos personajes que lloráis dentro de un hermoso drama.

Podríais no olvidar, al menos, que sois hermosos, hermosas personas.