Cuántas
cosas hemos hecho con la música. La hemos tratado y modificado cuanto hemos
querido. Pero ¿realmente sabemos mucho de ella? Sabemos tratarla, de eso sí que
comprendemos, pero ¿Qué es realmente la música y de dónde procede?
Como
respuesta poco profunda, diré que la música procede de nosotros, ya que
nosotros la hemos creado. ¿Y cuándo se inventó? La respuesta que más me gusta,
es que no se inventó, ha estado ahí siempre. No quiero decir que un ser
superior la creara para nosotros, no, la música la creamos los humanos, pero no
en un momento en concreto. Al igual que el lenguaje, nació por necesidad y se
fue sofisticando a la par que nos fuimos haciendo inteligentes. Después de
todo, la música es otra forma de lenguaje. Pero no es exactamente igual.
Por
necesidad nació el lenguaje, una necesidad concreta, la de comunicarse. Pero
¿Qué necesidad nos llevó a crear la música? La verdad es que no lo sé, pero
intuyo que fue por una necesidad MUY humana, la necesidad de expresarse. No es
lo mismo comunicarse que expresarse. Comunicarse conlleva el requerimiento de
una acción, por ejemplo, imaginemos a un troglodita. ¿Qué quiere comunicar un
troglodita? Pues “tráeme esa manzana” o “esa hembra es mía”. Por supuesto, en
su idioma primogénito sonaría como “Jhuuu Jhuuu”, e iría acompañado de unos
aspavientos con los brazos. Pero expresarse no conlleva ninguna acción, sólo…
¿cómo llamarlo? … no sé… lo llamaré, una “aligeración del alma”. Un troglodita
pegando gritos sin sentido porque está contento es expresarse, llorar es
expresarse, todo eso es relajar la mente por el estrés producido por un
sentimiento.
Así
pues, me imagino a uno de estos tatarabuelos nuestros después de un buen
banquete de mamut, pegando gritos que no tienen ninguna finalidad, ni llamar la
atención, ni dar miedo, ni pedir nada, simplemente porque está contento.
Después, lo armonizaría con unas ramas de árbol percutidas en un tronco hueco,
y después, quizá algún otro le hiciera la segunda voz dando palmas sobre su
torso. El resto del proceso ya podéis imaginarlo vosotros.
Pero
aquella música rocambolesca (de roca, edad de piedra, ejem) no tiene nada que
ver con la actual. Un hecho que demuestra hasta qué punto la música es humana y
no celestial, es la creación de la escala musical. No nos preguntamos de dónde
salen esas cosas, al igual que no nos preguntamos por qué funciona el
televisor, pero realmente tiene una explicación. ¿Alguien se ha preguntado por
qué la escala musical tiene 7 notas? ¿Alguien sabe por qué el Do suena a Do, y
por qué la frecuencia de la nota La son 440 hercios? ¿Quién decidió que la nota
La tuviera 440 hercios? La respuesta es, porque alguien lo decidió así por
nosotros. Podía haber decidido que el La fuera de 500 hercios, o de 487
hercios, pero decidió que serían 440, al igual que decidió que la escalera
sería de 7 notas. Podría haber hecho la escala de 8 o de 9 notas, y la música
que escucharíamos (que no tendría nada que ver con la actual) sería igualmente
hermosa. Así pues, la música de hoy en día tiene una fuertísima restricción al existir la escala musical (lo que no
evita, aun así, que sea infinitamente variable), y restringe a su vez la
expresión de la música.
Pero
a pesar de esa restricción, la música sigue siendo “expresiva”. Por supuesto,
la sutileza de la expresión ha cambiado mucho. Pero ¿Cómo es posible que un
invento matemático como la escala musical pueda ser expresiva? Para mí, este es
uno de los grandes misterios de la vida. Y os voy a poner un ejemplo en el que
vais a entender en seguida mi preocupación, escuchad:
Para
mi, esta es la base de la expresión musical. Las dos progresiones de notas
tienen la misma estructura, sólo que cambian en una sola nota, y sólo es un
semitono de diferencia. Los entendidos sabrán que un acorde es menor, y que el otro
es mayor. ¿Qué acorde es más alegre? ¿Qué acorde es más melancólico? Lo
increíble de todo, es que seguramente todos estéis de acuerdo, y todas las
personas del mundo también lo estarían, todos, desde Europa hasta África.
Recordar, la escala musical la hizo un hombre que dividió las octavas en 7
partes porque le parecía bien (aunque bueno, en realidad son 12), y a nosotros
nos “expresa” algo. Es como si un matemático resuelve una suma de tal forma que
te hace llorar, o una división que te hace reír. Esto tiene que tener alguna
explicación, alguna relación entre las frecuencias de las notas y las
frecuencias producidas en la naturaleza.
Y
como he llegado hasta aquí, voy a exponer mi teoría de por qué es así… Pero en otra ocasión, en la segunda parte de
esta serie.