- - Asique
eres guitarrista.
- - Sí, desde
hace un tiempo.
- - Pues
yo soy bajista.
- - ¿Si? Oye,
deberíamos quedar un día para tocar algo.
Y luego
la cosa se va liando. Que si uno conoce a un teclista, que si el otro quiere
hacer una versión de tal tema… La música une almas. Crea un fuerte magnetismo
hacia aquellas personas que le son complementarias. Los instrumentos musicales
están fabricados para tocarlos junto con otros instrumentos, así pues, cuando
interpretas con un instrumento, el objeto te transmite una polaridad que es
distinta de la que transmiten otros instrumentos de otra especie. Por lo tanto,
un guitarrista experimentará una intensa atracción por los bajistas y
viceversa. Sentirán curiosidad entre ellos, y estimularán tanto su imaginación
como su sociabilidad. Un guitarrista tiene un aura atrayente de bajistas que
diría, no sólo que se intuye, si no que hasta se huele.
Y si
las diferentes partes tienen tiempo libre, pueden llegar a componer cosillas, e
incluso tocar en algún sitio, y si tienen suerte, puede que hasta alguien les
escuche.
Cuando
el grupo se rompe o desaparece por cualquier cosa, ocurre en la historia de las
personas que formaron parte de él un antes y un después. Una nueva etapa. Y por
esta etapa que termina realizo este vídeo:
Me gusta pensar, por muy definitivo que suene todo esto, que
sólo nos estamos tomando un descanso. Un par de meses para que alguien se canse
de Londrenear y estamos otra vez componiendo cosas. Al igual que cuando una
pareja quiere cortar, y para que suene menos duro y más llevadero se dicen “vamos
a darnos un tiempo”…
No hay comentarios:
Publicar un comentario