domingo, 27 de febrero de 2011

Técnica de Rosenhawer

Consiste en rodear con los brazos a una persona y apretar, para que las preocupaciones salgan por la boca, permitiendo a la persona respirar de nuevo.

Pushing Daisies

Y quién no necesita un abrazo!


sábado, 26 de febrero de 2011

Moscas

Olía mal.

Había una pizca de ese olor de los callejones del barrio una madrugada del sábado, cuando corren por esas calles ríos de vino tinto del malo y pis humano. También olía un poco a huevo podrido. No un poco podrido si no un huevo muy podrido y en estado avanzado de descomposición. Es un olor más suave que el de huevo podrido a secas, es como un intento del huevo de sobrevivir en este mundo a través de un olor de ultratumba. También olía a otra cosa. Nunca he olido un trozo de carne de cerdo tirada en el suelo de cualquier pasillo, y dejada a su libre transformación de la materia durante dos semanas. Pero huela como huela, en ese olor, también habría algo de ese trozo de cerdo muerto y triturado.

Quisiera saber porqué las esquinas de mi habitación están tan llenas de telarañas, y quisiera saber porqué mi cama está tan fría a pesar de que yo estoy en ella. Yo, como cuerpo vivo desprendo calor constantemente, y por algún motivo, la cama no termina de calentarse. Es más bien que se va enfriando. No lo termino de entender.

Es verdad que hace unos días que no me muevo demasiado. Tenía como pereza de salir a la calle hace unos días, hacía mal tiempo y tampoco tenía nadie con quien salir, así que decidí quedarme en la cama, un ratito más. Cogí un libro y lo empecé a leer. Era aburrido, pero por no levantarme a coger otro seguí leyendo ese. Al cabo de un tiempo empecé a ver borroso, y al otro cabo ya no veía con nitidez ni las enormes letras de la portada.

Me entraron ganas de ir al baño, y tuve intención de levantarme. Pero se me había dormido una pierna y moverla hubiera sido muy doloroso, así que decidí quedarme quieto y ponerla tiesa, y ya se me pasará. Total, que al rato en vez de reavivarse la pierna dormida, se me durmió la otra. Pasó un rato y se me fueron quitando las ganas de ir al baño. Y pensé, pues bien, no me levanto.

De repente quise cambiar de posición, porque tanto mirar al techo me rallaba. Pero ya era demasiado tarde.
Mi cuerpo se había descompuesto y algunos gusanos ya habitaban en él, teniendo como vecinas unas moscas verdes y gordas que zumbaban despiadadamente.

Ahora entiendo ese olor…


viernes, 18 de febrero de 2011

Hasta el último segundo.

Permanecía sentado en la vía del tren, entre las dos guías, sobre uno de los travesaños de madera. Tenía las piernas cruzadas, y jugueteaba con las gravas. Eran gravas muy tostadas al sol, calientes y secas, tan ásperas y arenosas que al contacto producían tericia. Pero él ya se había acostumbrado, así que, a pesar de eso, jugueteaba con ellas.
Se aburrió pronto, y se levantó para seguir su camino. Tenía dos opciones, hacia delante o hacia atrás. Podría haber elegido cualquiera, no le importaba a nadie en realidad, pero eligió hacia delante. Le habrían educado así, o así habría sido su naturaleza. Hay quien diría que lo llevaba en los genes, otros, que simplemente era un ignorante que no tenía ni idea de hacia dónde les llevaba sus pasos. Sin metas definidas, solamente seguir y observar los paisajes que se extendían más allá de las dos líneas de los carriles, hay quien diría que estaba loco.
Cualquiera podría preguntarse por qué no salía de la vía y se iba a investigar por ahí, a descubrir mundo. Cierto es, que si él lo supiera, lo haría sin dudarlo un instante. Pero él no tenía la inteligencia ni la sabiduría suficientes como para salir de la vía del tren. Simplemente no sabía hacerlo.
No sé muy bien cuánto tiempo ha seguido la vía, pero sí sé que no el suficiente como para ablandar su ánimo y sus esperanzas, que seguían intactas desde el primer día. Así era, a pesar de tener la conciencia de que algo muy horrible se aproximaba tras él. Nada más ni nada menos que un tren de alta velocidad, que iba en su busca y un día, lo aplastaría. Sin embargo, sabe que cada paso que dé hacia delante, es un paso de vida y experiencia, y que cada paso que dé hacia atrás, es un paso más cerca de un final inevitable.
Pero inevitable o no, y por muy fantástico e increíble que suene, jamás dudó de que el tren nunca le alcanzaría, y de que encontraría el modo de sortearlo de alguna forma.
Hasta que una mañana, unas vibraciones intensas le despertaron de un sueño incómodo sobre los travesaños. Sintió un nudo en la garganta. Se levantó despacio, pero no tuvo miedo de alzar la vista. Ya venía el tren, y a una velocidad insalvable para sus piernas. Pero alzó el rostro orgulloso y se contó así mismo algo gracioso, pues su humor, su fuerza y su templanza, fueron indiscutibles hasta el último segundo.




domingo, 13 de febrero de 2011

Bocado a la vida

Un niño miraba el manzano, y se preguntaba quién habría decidido podarlo de aquella forma tan esbelta, dejando un tronco alto y desnudo, alejando del suelo la copa, las hojas, y las manzanas. "Desde aquí abajo, jamás podré alcanzar ninguna", se decía, queriendo poseer una de esas rojas de las ramas más altas. Se lamentaba, al ver que las manzanas se pudrían antes de caer, o eran comidas por pájaros y gusanos. Y así deseando esperó sentado, soñando por las noches con el sabor que él se imaginaba que tendrían esas frutas.

Hasta que un día, se quedó fijamente mirando una manzana que se contoneaba en lo alto, tal vez por una racha de viento traidora, o tal vez por algún otro impulso más misterioso. Y de repente, la manzana trazó limpiamente el recorrido que había desde su lugar de nacimiento, hasta el suelo, dejando como residuo un apagado "plof". Entonces el niño se acercó, y la recogió. La miró en su mano, y poco después la mordió, y la saboreó en su boca.

Durante sólo dos segundos, sintió dulzura en el mundo salida de su paladar. Ponerle el pause a todos los demás torbellinos, y escribir una nota a pie de página, en tan solo dos segundos. Había descansado de tanta tensión acumulada en sueños, y ese descanso, sabía, le duraría por un tiempo.

Por supuesto, la manzana en seguida desapareció entre sus dedos como vaporizada. Sabía que aquello estaba prohibido, pero le había robado al destino un bocado a la vida. Y por ello, nunca se arrepentiría.

lunes, 7 de febrero de 2011

Vosotras sí sois hermosas.

Y entre los rosales hermosos de las personas, unas preciosas rosas florecían aun más rojas y hermosas.

Eran ellas, sois vosotras, hermosas.

Hermosas por la parte que conozco, pero aun más por la parte que ignoro. Sois una razón para conoceros, y conoceros es una razón para seguir aquí.

Tocables, mirables, soñables, admirables, vosotras, hermosas.

Sería el mundo sin vuestra hermosura un erial de arena y niebla. Perdidos los olores en las inflexiones del tiempo y embriagado por el sonido de vuestras voces. Hombros donde relatar los sentimientos que por orgullo no relataríamos de otra forma.

Son Ellas. Hermosas.