jueves, 5 de julio de 2012

El troglodita contento, y los misterios de la música (PARTE 1)


Cuántas cosas hemos hecho con la música. La hemos tratado y modificado cuanto hemos querido. Pero ¿realmente sabemos mucho de ella? Sabemos tratarla, de eso sí que comprendemos, pero ¿Qué es realmente la música y de dónde procede?

Como respuesta poco profunda, diré que la música procede de nosotros, ya que nosotros la hemos creado. ¿Y cuándo se inventó? La respuesta que más me gusta, es que no se inventó, ha estado ahí siempre. No quiero decir que un ser superior la creara para nosotros, no, la música la creamos los humanos, pero no en un momento en concreto. Al igual que el lenguaje, nació por necesidad y se fue sofisticando a la par que nos fuimos haciendo inteligentes. Después de todo, la música es otra forma de lenguaje. Pero no es exactamente igual.

Por necesidad nació el lenguaje, una necesidad concreta, la de comunicarse. Pero ¿Qué necesidad nos llevó a crear la música? La verdad es que no lo sé, pero intuyo que fue por una necesidad MUY humana, la necesidad de expresarse. No es lo mismo comunicarse que expresarse. Comunicarse conlleva el requerimiento de una acción, por ejemplo, imaginemos a un troglodita. ¿Qué quiere comunicar un troglodita? Pues “tráeme esa manzana” o “esa hembra es mía”. Por supuesto, en su idioma primogénito sonaría como “Jhuuu Jhuuu”, e iría acompañado de unos aspavientos con los brazos. Pero expresarse no conlleva ninguna acción, sólo… ¿cómo llamarlo? … no sé… lo llamaré, una “aligeración del alma”. Un troglodita pegando gritos sin sentido porque está contento es expresarse, llorar es expresarse, todo eso es relajar la mente por el estrés producido por un sentimiento.

Así pues, me imagino a uno de estos tatarabuelos nuestros después de un buen banquete de mamut, pegando gritos que no tienen ninguna finalidad, ni llamar la atención, ni dar miedo, ni pedir nada, simplemente porque está contento. Después, lo armonizaría con unas ramas de árbol percutidas en un tronco hueco, y después, quizá algún otro le hiciera la segunda voz dando palmas sobre su torso. El resto del proceso ya podéis imaginarlo vosotros.

Pero aquella música rocambolesca (de roca, edad de piedra, ejem) no tiene nada que ver con la actual. Un hecho que demuestra hasta qué punto la música es humana y no celestial, es la creación de la escala musical. No nos preguntamos de dónde salen esas cosas, al igual que no nos preguntamos por qué funciona el televisor, pero realmente tiene una explicación. ¿Alguien se ha preguntado por qué la escala musical tiene 7 notas? ¿Alguien sabe por qué el Do suena a Do, y por qué la frecuencia de la nota La son 440 hercios? ¿Quién decidió que la nota La tuviera 440 hercios? La respuesta es, porque alguien lo decidió así por nosotros. Podía haber decidido que el La fuera de 500 hercios, o de 487 hercios, pero decidió que serían 440, al igual que decidió que la escalera sería de 7 notas. Podría haber hecho la escala de 8 o de 9 notas, y la música que escucharíamos (que no tendría nada que ver con la actual) sería igualmente hermosa. Así pues, la música de hoy en día tiene una fuertísima restricción al existir la escala musical (lo que no evita, aun así, que sea infinitamente variable), y restringe a su vez la expresión de la música.

Pero a pesar de esa restricción, la música sigue siendo “expresiva”. Por supuesto, la sutileza de la expresión ha cambiado mucho. Pero ¿Cómo es posible que un invento matemático como la escala musical pueda ser expresiva? Para mí, este es uno de los grandes misterios de la vida. Y os voy a poner un ejemplo en el que vais a entender en seguida mi preocupación, escuchad:






Para mi, esta es la base de la expresión musical. Las dos progresiones de notas tienen la misma estructura, sólo que cambian en una sola nota, y sólo es un semitono de diferencia. Los entendidos sabrán que un acorde es menor, y que el otro es mayor. ¿Qué acorde es más alegre? ¿Qué acorde es más melancólico? Lo increíble de todo, es que seguramente todos estéis de acuerdo, y todas las personas del mundo también lo estarían, todos, desde Europa hasta África. Recordar, la escala musical la hizo un hombre que dividió las octavas en 7 partes porque le parecía bien (aunque bueno, en realidad son 12), y a nosotros nos “expresa” algo. Es como si un matemático resuelve una suma de tal forma que te hace llorar, o una división que te hace reír. Esto tiene que tener alguna explicación, alguna relación entre las frecuencias de las notas y las frecuencias producidas en la naturaleza.

Y como he llegado hasta aquí, voy a exponer mi teoría de por qué es así…  Pero en otra ocasión, en la segunda parte de esta serie. 

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