Kuollut, alguien de estos lares
occidentales con un extraño nombre, se preguntaba qué le hacía actuar así.
Durante mucho tiempo, la razón más básica y principal en la que basaba su
existencia, había sido como un axioma inquebrantable. Ese rollazo tremendo de
por qué estamos aquí, de dónde venimos y a dónde vamos, lo simplificaba con un
“para ser felices”. “Si ya lo decía Darwin”, repasa en su mente, reafirmándose
a sí mismo tan simple verdad. “Porque las verdades más ciertas siempre son las
más pequeñas y fáciles de explicar”. Estamos aquí para ser felices, venimos de
ser felices, y vamos a ser felices. Y nada más.
En su mente observaba la actitud
que suele tener la gente en diferentes situaciones, o la actitud que tomó el
mismo, o la que tomaron sus conocidos, en otras tantas circunstancias. Y en
todo caso la felicidad tenía algo que ver. O querían ser felices, o tenían
miedo de dejar de serlo, o tenían miedo de no serlo nunca.
Hasta que una vez, Kuollut tuvo
la oportunidad de ver las cosas, digamos, un poco desde fuera, en perspectiva.
Estaba sentado en un banco del parque cuando vio a una persona (desde la
perspectiva del banco), y tal vez debido a la brillante sonrisa del viandante, o
a sus alegres andares acompasados solamente con el latir del mundo que le
rodeaba, pensó, que esa persona, era feliz. Aunque, para empezar, y aunque las
apariencias dictaran todo lo contrario, esa persona no era feliz. No porque
estuviera fingiendo, o porque estuviera drogado, si no porque las personas no
podemos ser felices, no somos felices. Pero podemos estar felices.
Después de diez minutos de
divagaciones mentales (la susodicha persona ya estaría en su casa con sus
quehaceres), decidió dejar de lado esa aclaración lingüística, y empezó a preguntarse
cosas. ¿De qué le sirve a esa persona estar feliz? Después de todo, un día
dejaría de serlo, y las cosas no van a estar mejor para entonces. Las otras
personas no van a apreciarla porque esté feliz. Nadie le recordará porque esté
feliz. Y aun suponiendo el caso de que el motivo de su felicidad sea que ha
hecho algo por lo que todos le recordaremos siempre. ¿Le sirve de algo? Dudaba
Koullut de que una vida plena llena de satisfacciones fuera funcional o
práctica para algo. También dudaba de su capacidad mental, y se hizo suponer
que tal vez, no comprendía la felicidad. Que le faltaba algo de información.
¿En qué pensará esa persona que
anda tan felizmente por el parque? ¿Qué preocupaciones tendrá? Muy
probablemente, muy pocas preocupaciones. Y lo más seguro de todo es que esa
persona no se está planteando la funcionalidad de la felicidad. Pensar en esas
cosas no es típico de las personas felices. Las personas felices no piensan
tanto en eso.
Por lo que, tal vez, la felicidad
sirve para no pensar. No piensas cuando eres feliz. Cuando estás viendo una
película, cuando estás leyendo un libro, cuando estás haciendo el amor, no
piensas en preguntas que no tienen respuesta. No piensas, y ya está, corramos
un tupido velo.
¿Por qué estamos aquí? Quiso
saber Koullut.
Para no pensar en eso.
Y yo que pensaba que era original... Puto Punset!!
4 comentarios:
Trabajo.... Trabajo......!!!
Hola
Mi nombre es Katty y soy administradora de un directorio web/blog gratuito, vi tu blog me gustaría agregarlo a el, así lograr que mis visitas conozcan tu blog, espero tu respuesta.
Te dejo mi email para que me escribas
katty.caceres28@gmail.com
Éxitos con tu site.
Katty.
Te dejo una dirección de otro blog con una colección de libros pdf de Punset por si te interesan.
Un saludo y cuidate.
http://pensaresgratis-sapereaude.blogspot.com/2011/01/coleccion-libros-eduard-punset.html
Eres original y mucho más que Punset. Me gustó tu blog.
Un saludo Ka_
Publicar un comentario