miércoles, 14 de septiembre de 2011

Kuollut


Kuollut, alguien de estos lares occidentales con un extraño nombre, se preguntaba qué le hacía actuar así. Durante mucho tiempo, la razón más básica y principal en la que basaba su existencia, había sido como un axioma inquebrantable. Ese rollazo tremendo de por qué estamos aquí, de dónde venimos y a dónde vamos, lo simplificaba con un “para ser felices”. “Si ya lo decía Darwin”, repasa en su mente, reafirmándose a sí mismo tan simple verdad. “Porque las verdades más ciertas siempre son las más pequeñas y fáciles de explicar”. Estamos aquí para ser felices, venimos de ser felices, y vamos a ser felices. Y nada más.
En su mente observaba la actitud que suele tener la gente en diferentes situaciones, o la actitud que tomó el mismo, o la que tomaron sus conocidos, en otras tantas circunstancias. Y en todo caso la felicidad tenía algo que ver. O querían ser felices, o tenían miedo de dejar de serlo, o tenían miedo de no serlo nunca. 
Hasta que una vez, Kuollut tuvo la oportunidad de ver las cosas, digamos, un poco desde fuera, en perspectiva. Estaba sentado en un banco del parque cuando vio a una persona (desde la perspectiva del banco), y tal vez debido a la brillante sonrisa del viandante, o a sus alegres andares acompasados solamente con el latir del mundo que le rodeaba, pensó, que esa persona, era feliz. Aunque, para empezar, y aunque las apariencias dictaran todo lo contrario, esa persona no era feliz. No porque estuviera fingiendo, o porque estuviera drogado, si no porque las personas no podemos ser felices, no somos felices. Pero podemos estar felices.
Después de diez minutos de divagaciones mentales (la susodicha persona ya estaría en su casa con sus quehaceres), decidió dejar de lado esa aclaración lingüística, y empezó a preguntarse cosas. ¿De qué le sirve a esa persona estar feliz? Después de todo, un día dejaría de serlo, y las cosas no van a estar mejor para entonces. Las otras personas no van a apreciarla porque esté feliz. Nadie le recordará porque esté feliz. Y aun suponiendo el caso de que el motivo de su felicidad sea que ha hecho algo por lo que todos le recordaremos siempre. ¿Le sirve de algo? Dudaba Koullut de que una vida plena llena de satisfacciones fuera funcional o práctica para algo. También dudaba de su capacidad mental, y se hizo suponer que tal vez, no comprendía la felicidad. Que le faltaba algo de información.
¿En qué pensará esa persona que anda tan felizmente por el parque? ¿Qué preocupaciones tendrá? Muy probablemente, muy pocas preocupaciones. Y lo más seguro de todo es que esa persona no se está planteando la funcionalidad de la felicidad. Pensar en esas cosas no es típico de las personas felices. Las personas felices no piensan tanto en eso.
Por lo que, tal vez, la felicidad sirve para no pensar. No piensas cuando eres feliz. Cuando estás viendo una película, cuando estás leyendo un libro, cuando estás haciendo el amor, no piensas en preguntas que no tienen respuesta. No piensas, y ya está, corramos un tupido velo.
¿Por qué estamos aquí? Quiso saber Koullut.
Para no pensar en eso. 
Y yo que pensaba que era original... Puto Punset!!

4 comentarios:

Beloku dijo...

Trabajo.... Trabajo......!!!

katty caceres dijo...

Hola

Mi nombre es Katty y soy administradora de un directorio web/blog gratuito, vi tu blog me gustaría agregarlo a el, así lograr que mis visitas conozcan tu blog, espero tu respuesta.

Te dejo mi email para que me escribas
katty.caceres28@gmail.com

Éxitos con tu site.
Katty.

Inés PERSONAL TRAINER dijo...

Te dejo una dirección de otro blog con una colección de libros pdf de Punset por si te interesan.

Un saludo y cuidate.

http://pensaresgratis-sapereaude.blogspot.com/2011/01/coleccion-libros-eduard-punset.html

Mar Zeraus. dijo...

Eres original y mucho más que Punset. Me gustó tu blog.
Un saludo Ka_